Fundación Casa Ducal de Medinaceli

Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, Duque de Lerma

PANTOJA DE LA CRUZ, Juan 1602 [ 101 x 204 cm. ]

El retratado, Francisco Gómez de Sandoval y Rojas (1553-1625), fue V Marqués de Denia y IV Conde de Lerma y, desde 1599, I Duque de Lerma. Fue elegido por Felipe III como su valido por su alta alcurnia más que por su experiencia política. Lerma persiguió no solo establecer su autoridad personal como ministro principal, sino también reponer a la casa de Sandoval en el rango que había ostentado un siglo antes. Utilizó sus contactos con pintores y poetas para ensalzar su prestigio, lo que después fue utilizado en su contra por la nobleza que no aprobaba sus gestiones políticas, que podían estar usurpando la autoridad del monarca. Distribuyó cargos y títulos entre sus familiares y reformó la villa de Lerma a la manera de Felipe II y su hijo en otras ciudades. El sistema de privanza que estableció en 1598 resultó muy costoso y dio lugar a malversación de fondos, además de ser contrario a la tradicional idea de supervisión del rey de los asuntos de estado. En 1618, cuando ya contaba con pocos defensores y el gobierno estaba bastante desacreditado, Lerma consiguió que el papa Paulo V lo hiciese cardenal, de esa época la coplilla que corría por Madrid: “Para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España, se viste de colorado”. Ese mismo año fue obligado a dejar su cargo y vivió sus últimos años exiliado en Valladolid. Más tarde, el nuevo ministro, el Conde-Duque de Olivares, abrió un proceso contra él por mala administración y su condición de prelado le salvó la vida, aunque tuvo que devolver buena parte de sus riquezas. Este retrato realizado en 1602 hace pareja con otro de su esposa, Catalina de la Cerda, fallecida un año después. El duque de cuerpo entero, con armadura, daga, espada y bastón de mando, atributos de su poder militar, se apoya en un bufete sobre el que se encuentra su morrión, símbolo de su poder político. Sigue la técnica del retrato de Tiziano y Moro, pintándolo como si del propio rey se tratara, tomando como modelo el retrato que el mismo Pantoja hiciese a Felipe III en 1598, aunque sin el campo de batalla de fondo. Es tal la captación de la realidad del pintor que no pasa por alto el estrabismo del retratado, del que existe constancia documental. Más tarde, el duque encargaría a Rubens su retrato ecuestre que hoy se encuentra en el Museo del Prado, iniciando así la moda de representación de los validos a caballo, hasta entonces, una iconografía estrictamente reservada al monarca. Firmado y fechado en la parte inferior izquierda: "Jues Pantoja de la + faciebat anno 1602".








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