Pintor barroco que nació en Xátiva (Valencia) en 1591 en el seno de una familia humilde. Es probable que fuese discípulo de Ribalta en Valencia, aunque no hay datos que verifiquen este hecho. Sí hay datos que lo localizan en Italia ya en 1615, donde estudia a Corregio y cuyo estilo se identifica más con Caravaggio. En 1616 marcha a Nápoles, este viaje tiene relación con el nombramiento del duque de Osuna como virrey ese mismo año, puesto que se convierte en su protector y mecenas. Pudo volver entre 1620 y 1621 a Roma, como se deduce de una carta al Duque de Alcalá en la que alude a unos grabados realizados durante esos años en la capital italiana. En sus comienzos caravaggistas se impone un dramatismo, un naturalismo y un uso del claroscuro que va dejando paso más tarde a un estudio psicológico más intenso y a una incorporación del color y la luz. Su contacto con la pintura flamenca de Van Dyck y Rubens abre paso a una pintura más barroca, propia de la etapa de sus filósofos y apóstoles, donde se aclara la paleta y se interioriza la figura humana. En la década de 1640 sufre una enfermedad que hace que se ralentice el ritmo de producción e incluso se vea la mano de su taller en las obras de este periodo. Ribera no solo fue decisivo para la pintura italiana sino también para su propia patria, a través de las muchas obras enviadas por los virreyes a las colecciones reales, mecenazgo que duraría más de treinta años. El III Duque de Alcalá, don Fernando Enríquez de Ribera, fue virrey de Nápoles entre 1629 y 1631 y una figura de importancia en la historia del coleccionismo y el mecenazgo. En el último año de su virreinato encarga a Ribera un cuadro sobre un tema grotesco, del gusto de la corte de Felipe IV, que representaría a una mujer natural de los Abruzos, pintando el cuadro del natural. Con esta obra consigue hacer de un caso clínico una obra maestra que solo tiene parangón con la "Barbuda de Peñaranda" pintada en 1603 por Sánchez Cotán.