Fundación Casa Ducal de Medinaceli

Pallas Pacifera

“¡Bienvenido al templo de las Musas!” Con estas palabras empieza un capitulo de la afamada biografía de Diego Velázquez escrita por el importante historiador del arte, Carl Justi. El lugar de la escena es el “Patio Grande” de la Casa de Pilatos de Sevilla con “las cuatro majestuosas diosas de mármol en los rincones”. Aparecen como “hadas que guardan los secretos de este milagroso alcázar”. Una de ellas lleva en la frente de su plinto la inscripción “Pallas Pacifera” – Atenea pacificadora – que a lo mejor fuera idéntica a la estatua de la Parthenope que estuvo presuntamente durante siglos frente de la iglesia S. Stefano en Nápoles. Per Afán de Ribera, el primer Duque de Alcalá, adquirió la estatua durante su virreinato en Nápoles (1558-1571) y ordenó su transporte a Sevilla. Aquí fue instalada como pareja de otra estatua de Atenea que según sus añadiduras y una inscripción explicativa fue interpretada como “Pallas belligera”.

A la estatua de 2,85 m de altura le faltan ambos brazos con sus atributos y partes del casco ático. Añadidos son algunos dedos del pie derecho y la nariz así como ambos globos oculares. La cabeza, que pertenece a la estatua, estaba partida en tres partes y está restaurada y colocada en el torso. En conjunto: el estado de conservación es sobresaliente.

La diosa está vestida con un chitón, un peplos con cinturón y un manto sobre el hombro izquierdo . Sobre el peplos lleva una égida con la cabeza de Medusa en el centro. El presente tipo estatuario es conocido por una multitud de copias romanas y nombrado por un torso proveniente de la colección Médicis en Roma (hoy en París, Musée du Louvre Inv. 3070). Sin embargo, la “Pallas Pacifera” de la Casa de Pilatos es la única copia de la “Athena Medici“ que se conserva junto con su cabeza. Se trata, por tanto, de la versión más completa que conocemos. A pesar de muchas propuestas el perdido original griego permanece todavía sin identificar. No obstante queda indiscutido que el original en cuestión ha de localizarse en Atenas y en gran parte se piensa poder identificar al gran escultor ático Phidias como maestro. Los arqueólogos alemanes Furtwängler, Lippold, Linfert y ultimamente Strocka están convencidos de que el original buscado es la “Athena Promachos” de la Acrópolis de Atenas, una estatua colosal de bronce de probablemente más de 10 metros de altura.

La copia de la Casa de Pilatos es una obra de la época de Adriano. Bien comparables son esculturas de la Villa Adriana cerca de Tívoli. Hallazgos de vaciados de yeso en Baiae, el sitio donde falleció el emperador en 138 d. C., constatan la calidad de las muestras muy detalladas que servían de modelo a los escultores de esta época. De uno de los talleres escultóricos de primera categoría de la Campania provendrá también la Atenea de la Casa de Pilatos.

En la antigüedad, la estatua gigantesca de la “Athena Promachos” en la Acropólis de Atenas fue visible desde muy lejos: las fuentes antiguas dicen que barcos entrados en el puerto del Pireo podían reconocer su casco radiante. Obviamente ella tenía lanza y escudo en sus manos, su epíteto “Promachos”  – la paladina – aparece solamente en fuentes tardoantiguas, pero ella tuvo fama de ser encarnación de la capacidad de luchar y de la disposición de combate. Su material fue bronce proveniente del botín de guerra en la lucha contra los Persas. No sabemos si fue copiada tantas veces por eso en época romana. Mas bien fue por su sitio prominente y su estimación como curiosidad turística para los romanos cultos. Sobre todo Adriano, nacido en Itálica, sentó una afición muy especial hacia Atenas y subvencionó el desarrollo urbanístico de la ciudad. De la época de su gobierno provienen las copias mejores del ídolo por las cuales conocemos la apariencia de la estatua de bronce en Atenas. El original fue transportado probablemente a Constantinopla donde desapareció irrevocablemente. Así se explicaría la existencia de una muy buena copia de la “Athena Promachos” en los alrededores de Nápoles por la afición del emperador por Grecia en general y su amor particular por Atenas.

En el Nápoles del siglo XV y XVI una estatua de la diosa Atenea habría gozado de una valoración especial, tal vez fuera identificada incluso popularmente con la célebre “Athena Parthenos”: la ciudad fue nombrada en el momento de su fundación por colonos griegos “Parthenope”, hecho del que fueron muy conscientes sus habitantes. Per Afán de Ribera hizo transportar la estatua a Sevilla, donde ha encontrado su nueva patria desde hace casi medio milenio. En el siglo XVI le fue sobrepuesto un casco demasiado grande, fueron añadidos también un escudo nuevo y una maza enorme. Puede ser ironía del destino que justamente la belicosa “Athena Promachos” del maestro ático Phidias se transformara en Sevilla en un símbolo de lo contrario: la “Pallas Pacifera”. Protagonistas en su camino de Atenas a Sevilla fueron dos grandes hijos de Sevilla: Adriano y Per Afán de Ribera.


Bibliografía:
M. Trunk, Die ´Casa de Pilatos´ in Sevilla. Madrider Beiträge 28 (Mainz 2002).
C. Justi, Diego Velazquez und sein Jahrhundert (Leipzig 1933) 445.
V. M. Strocka, Kopien nach Pheidias. Logische Stilentwicklung oder Circulus Vitiosus?, en: Meisterwerke: Internationales Symposion Freiburg 2003 (München 2005) 121-142.

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Markus Trunk